La noche habría sido buena, salvo por la electrocución de Vicente Diaz, el del sonido…lo que derivó en el rápido desalojo de la sala, por temor a quedar pegados nosotros también en la causa y en la línea eléctrica, sobre todo.
Por suerte hoy llamó su novia, Estelita para decirme que no había muerto y que el mensaje de texto “Vicent está muerto en el Club Estudiantes” que le mandé a las 4. 30 am la había dejado impactada y que se había ido en taxi casi en bolas a ver que onda.
Me relató que cuando arribó el loco estaba todavía dando chispazos en el suelo, pero que le habían tomado la presión los de SOREMER , que estaban sorprendidos porque el corazón latía a mil y hasta tenía olor a quemado, a carne cocida.
Yo lo ví, fue un flashazo,literalmente… agarró un micrófono y empezó a convulsionar dando un espectáculo de luz y sonidos irreverente y destructivo, la gente aplaudía creyendo que era parte del evento.
Creo haber visto unos rayos salir de su culo, pero es un detalle que tal vez mi loca cabeza haya agregado a la visón.
Yo me paralicé, desconecté la guitarra y salté del escenario temiendo que por instinto me quiera hacer algo. Y me fui …mirando para atrás como mi amigo de tantos años se electrocutaba en vivo y en directo para unos 120 drogones que festejaban el chisporroteo.
Corría al lado de Nicolás que se reía como loco aferrado al saxo y al maldito Bringas que no estaba en forma por la forma en que respiraba y que sacaba la lengua mientras cargaba su bajo
.
Hasta el que tenía que quedarse, Federico, mánager y chofer de la Van, también corría presuroso buscando un escape.
Yo me hacía el preocupado,mientras escuchaba el relato, pero de lo que tenía ganas ,era cortar la llamada y tratar de dormir, me había masticado dos pastillas y estaban causando ese efecto en mí…la luz de la mañana luchaba contra la persiana para entrar a joderme.
Rogelio, mi perro, dormía plácido sobre unos libros de autoayuda.